Por lo regular luego una persona corre su primer maratón, y a pesar de tal vez haber pensado mil veces durante la carrera que nunca más se vuelve a meter en ese lío, queda una euforia e inmediatamente al otro día solo estás pensando en correr el próximo, comienzan los planes y sin darte cuenta ya estás anotado y preparándote para este. Sin embargo, una vez se está entrenado para el próximo evento, en algunos casos, se comienza a sentir que no es igual que el primero, no hay el mismo ánimo, lo que hace que el entrenamiento sea más pesado y definitivamente esto hace la experiencia un poco más dura. Yo siempre he dicho que respeto a toda persona se atreve a entrenar para un maratón, obviamente para todo lo que sea más largo que este también, y es porque el evento es la fiesta, el entrenamiento es el trabajo, y dicen por ahí que por algo nos pagan para trabajar, pero al que entrena para un maratón por amor a terminarlo no le pagan.
Esta experiencia más dura que la primera ya crea una predisposición para un tercer asalto a esta tortura de entrenamiento, aclaro que esto le pasa a mucha gente, no a todos, pero en mi caso si sucedió.
Luego de mis dos primeros maratones, en mi vida personal y laboral hubo un cambio importante, cambio de trabajo, mucho más horas y días laborando, una cultura diferente de trabajo, esto definitivamente hizo que mi tiempo y forma de vida fuera del trabajo cambiara radicalmente, por lo que correr y entrenar era más difícil, mientras me adaptaba corrí muy poco, pero nunca dejé de correr, ni de amar correr más lejos, ni de relacionarme con mis amigo corredores, corría cualquier evento más corto que el maratón y sin muchas pretensiones, pero tenía la EXCUSA perfecta cada vez se hacían planes en el grupo para ir a correr un maratón, “no tengo tiempo para entrenar para un maratón con este trabajo”. Pasó el año 2000 y el 2001 y mi excusa seguía siendo "válida" mientras yo la decía y quería creérmela, pero un día, y tenía que ser precisamente mientras corría unos pocos kilómetros, pasé frente a la oficina de una línea aérea, dentro de ella vi a todos mis amigos que estaban arreglando los pasajes para el maratón al que se disponían a viajar esa semana, yo claro que sabía ellos iban porque siempre estaba en contacto con todos ellos, pero no fue hasta ese momento de verlos tan contentos ahí dentro, y yo sentirme fuera, que algo pasó dentro de mí, ¿envidia? sí, sentí mucha envidia de no estar o viajar con mis amigos a disfrutar de algo que yo amaba tanto, recuerdo que me pasé la corrida completa solo pensando en eso y al día siguiente les escribí un correo a todos ellos deseándoles la mejor de las suerte en su viaje y carrera, y les prometí que no me quedaba para el próximo.
El próximo maratón al que fueron mis amigos era ese mismo año que los vi en aquella oficina de la línea aérea, me inscribí, entrené y terminé mi Maratón Marine Corps.
¿Sucedió algo diferente en mi trabajo o vida cuando decidí correr el maratón que me permitió entrenar para este? NO, por el contrario, creo hasta más trabajo y más responsabilidades se agregaron a mis labores, pero sencillamente yo quería ir a correr ese próximo maratón y de paso disfrutarlo con mis amigos.
Las excusas son el camino fácil para no hacer algo, cuando de verdad queremos hacerlo siempre hay una manera.
¿Tienes una excusa que no te está permitiendo llegar a tu meta?
Yo sigo corriendo tras mi meta y las excusas no están permitidas.
JLM