sábado, 20 de junio de 2015

Mi reporte de La Volta Cerdanya Ultraresistencia 125k

La Cerdaña es una comarca catalana, también conocida como el gran valle de los Pirineos. Se encuentra a una altura de mil metros sobre el nivel del mar y está rodeada de cimas de hasta tres mil metros. Es un paraíso para los deportes de montaña de invierno y de verano.
Para el mundo del deporte tiene otro significado importante, vio nacer y es casa o patio de uno de los atletas más importantes del mundo de ski de montaña y carreras de montaña en todas sus distancias y especialidades, el gran Kilian Jornet.

El miércoles 10 de junio tomo el primer vuelo que me llevará a mi destino primario, Barcelona, llegando el otro día jueves 11 cerca del medio día, claro debido a las horas de vuelo y cambio de horarios. Allá me esperaban las dos personas que serían mis anfitriones, animadores y equipo de soporte en esta aventura. Mi hermana Loli y mi cuñado Rafa.

El equipo de soporte al llegar a Err.

Solo vi Barcelona creo desde el avión, ya que nos dispusimos a viajar a la Cerdaña ese mismo día, ya que tenía que tratar de descansar lo más que pudiera, porque la carrera comenzaba a la media noche del siguiente día viernes.
Viernes 12 me desperté o paré de la cama lo más tarde que puede, 9:30 a.m., desayuné bastante bien, ya tenía que ir haciendo una carga calórica importante, reposé un poco y como a las 11:00 a.m. estaba corriendo para aflojar y calentar el cuerpo, las horas en el avión me pusieron duro. Solo fue unos veinte minutos, luego me dispuse a descansar y conocer un poquito Err, el pueblito francés donde nos estábamos quedando.


Vista desde mi habitación.



Pasada las tres de la tarde ya estaba almorzando, sí, más comida, hay que hacerlo, lo voy a necesitar más tarde. Luego del almuerzo teníamos que ir a Alp, el pueblo de la salida donde se recogía el kit de corredor y donde tendríamos un congresillo explicativo de todo lo importante de la carrera. Esto era  a las 7:30 p.m. Aquí nos dieron la noticia de que habían cambiado un poco la ruta en el tramo final, había pronóstico de tormenta y en esa parte se pasaba por dos picos que tenían para rayos y nos querían lo más lejos posible de esos puntos. Ese cambio de ruta nos agregaban cinco kilómetros y los 120 que vinimos a correr, ya son oficialmente 125k.

Vista desde la salida en Alp hacia parte de las montañas que íbamos a recorrer.

Con Eduard Jornet (director de la carrera) y Loli en Alp.



Otras tres vistas de montañas a recorrer.

De Alp volvemos a Err donde debía cenar.....qué pensaban, que no iba a comer mi pasta?
Debo destacar, que Rafa además de todo lo que mencioné anteriormente, fue el master chef y encargado de mi alimentación pre y post carrera. Se tomó muy en serio su trabajo desde que le dije que iba para allá a correr. No tuve que preocuparme por ese departamento.

El chef trabajando.

Luego de la cena, ya solo tenía tiempo para revisar que todo el material obligatorio de la carrera estuviera listo (era una mochila que pesaba como cinco libras, con la que debes hacer todo el recorrido) y descansar como una hora antes de partir de nuevo a Alp.
11:15 p.m. estamos de nuevo en Alp y procedo a entrar al chequeo de materiales obligatorios. En este lugar, un polideportivo techado, nos dejan a todos los corredores hasta unos diez minutos antes de la partida.

12:00 a.m. Se da la partida. Tan pronto sales te das cuenta que las inclinaciones que se ven en el perfil de la carrera no eran un engaño, es la realidad, por lo que ya más o menos sé que el día será un poco más largo de lo que supuse. El que todos los participantes tuvieran los bastones en manos desde el principio, fue un advertencia, les puedo decir que anduve con ellos en manos toda la carrera, se necesitaban tanto para subir como para bajar.

Un minuto antes de la salida.

Pasada una hora de carrera íbamos subiendo una pista de esquí (sin nieve) cuando comienzo a escuchar unos cencerros. Esto es algo que he visto se utiliza mucho en carreras en Europa, pero me costaba mucho creer que a estas horas y totalmente oscuro, estuviera alguien con ganas de animar a corredores que le faltaba todo un día de trabajo. Al poco tiempo me di cuenta que los fanáticos que nos estarían animando con sus cencerros durante todo el trayecto serían las vacas que los usan.
La Cerdaña es un región conocida por la buena calidad de la leche de sus vacas y en esta época del año están fuera en el campo comiendo su yerba.

Una hora más tarde los pronósticos de lluvia se hicieron realidad, lo que hizo que la temperatura también bajara por debajo de los diez grados centígrados. En este momento de la carrera no me causó mayor problema, solo que ya andamos todos empapados. Estas primeras seis horas de carrera, creo pasamos por unos magníficos lugares, la pena es que no podíamos disfrutarlos porque era solo cuestión de ver hacia delante con tu foco para no tropezar, subimos y subimos y luego bajamos, terreno fácil, así como algunos bastante técnicos. Pasamos dos puntos de abastecimientos el de Urús, donde solo tomé mucho líquido y comí un poco de maní salado para ir contrarrestando el dulce de los geles. Ya para el segundo punto de abastecimiento el Talló era hora de desayunar y comer algo más. Aquí tuve la primera sorpresa agradable del día. Una de las cosas que nos ofrecían, era emparedados de jamón serrano con queso manchego, pues eso y algo de chocolate caliente fue lo que comí, además de tomar mucho líquido y rellenar mi bolsa de agua que ya venía casi vacía.
Hasta este punto venía avanzando bastante bien y cómodo y estaba por ponerse mejor, ya que salía el sol, que luego de correr tanto a oscuras era algo que nos subía el ánimo, además de que por fin podíamos ir disfrutando lo bonita que era la ruta. En esta parte iba con tantos ánimos que iba pasando corredores, pero este ímpetu hizo que en un momento perdiera la concentración y dejara de mira las marcas, cuando vine a darme cuenta que no veía marcas, había avanzado un poco más de medio kilómetro fuera de ruta. Nada que hacer, correr de nuevo hacia atrás para encontrar de nuevo el camino, un errorcito que me costo poco más de un kilómetro y no sería el único del día, acumulé unos cinco kilómetros extras por otros despistes durante toda ruta.
Dicen que no hay mal que por bien no venga, ese primer gran despiste hizo que comenzara a compartir parte de la carrera con los que al final serían mis mejores tres aliados. En principio solo fuero tres corredores que pasé mientras mejor corría y que luego tuve que volver al alcanzar y ahí comenzamos a cruzar algunas palabras mientras íbamos juntos.

De la ruta les puedo contar que era bastante más dura de lo que anticipé al inscribirme, tenía unos paisajes impresionantes en imponentes, creo que les dije que habían vacas, nos ofreció lluvia, frío, calor, neblina. Tenía que ofrecer de todo si estuvimos más de un día andando.





Cuando llegué a la estación de abastecimiento de Estana, encontré de nuevo a mis tres amigos que me habían dejado atrás. Aquí era hora de comer e hidratarnos bien de nuevo, así como rellenar agua. Ya la temperatura era un poco más alta porque pasaban las diez de la mañana y el sol brillaba.
Salimos los cuatro juntos pero tan pronto apareció la bajada fui yo quien les dije que nos veríamos en la próxima estación y apresuré el paso. Tan pronto terminó la bajada venía una subida con la gradiente más empinada de todo el día, sorteada esta pasamos una de las partes más fangosas que vimos, todo esto para llegar a Lles, la mitad del recorrido y donde por primera vez vería a mi equipo de de soporte. Mi hermana fue quien me recibió y vino conmigo hasta el área de descanso. Aquí, nos ofrecían además pasta. Hora de almorzar, era poco más de las dos de la tarde. Me serví un buen plato de pasta y muchos líquidos, también chocolate en barra y me senté a comer. Mientras lo hacía Loli me trajo el teléfono en video conferencia y pude hablar y ver a María mi esposa, una muy agradable sorpresa.

Llegando a Lles.

Hidratación primero, luego me senté a comer.

Cuando me disponía a salir llegaban los tres amigos que me preguntaban qué mosca me picó que había puesto un paso endemoniado. Lo que ellos no sabían era que yo estaba confundido y creía en ese punto nos cortarían a las dos de la tarde, cosa que era totalmente incierta. El primer corte era a las cuatro de la tarde en la mesa anterior, uuupsss, gasté energía innecesariamente.

Bien, cumplida la primera mitad de la carrera, teniendo el tanque lleno y pilas recargadas por el descanso y el alimento y con el buen ánimo de haber visto a mis familiares y a mi esposa y con un sol brillante, salgo a hacer la segunda parte. Aquí es que verdaderamente comienza la aventura.

En principio se baja un poco, pero luego.....qué les puedo decir, se subía una pared que no terminaba, por un terreno que no tenía un camino hecho, donde había que pararse a recobrar el aliento. Me recordaba los asensos que he visto en la tele de Everest, donde para dar un solo paso hay que tomarse su tiempo...claro, guardando la distancia.
Por fin en la cima, que creía yo que era la cima, porque había uno de los planos más largos que vimos todo el día, pero en este también tuve un despiste que me hizo cruzar dos veces un riachuelo y ya la temperatura comenzaba a bajar por la altura, la hora y las nubes que venían. Aquí me alcanzaron de nuevo los tres amigo y solo estuvimos un rato juntos porque cuando se presento la próxima pared y trazado más difícil de todo el día me dejaron rezagado.

Ya comenzaba a llover y eran alrededor de las seis de la tarde cuando llego a un pequeño punto de abastecimiento intermedio entre Lles y Meranges. Desde lejos veo como salen los tres amigo antes de yo llegar.
Ya la temperatura está bastante más fría y la lluvia más intensa y como poco, pero me preparado para la noche. Me pongo el foco en la cabeza, aunque no es hora de prenderlo todavía, solo para no tener que pararme de nuevo y quitarme la mochila más tarde.
Entre ocho y nueve de la tarde, todavía no es oscuro, comienza a caer el aguacero más duro y prolongado del día. La temperatura baja y mi estado físico ya no es el mismo que quince o veinte horas atrás, esto hace que comience a sentir mucho frío, casi al punto de hipotermia. Lo único que pasa por mi cabeza es que quiero llegar a Meranges, el próximo avituallamiento, para cambiarme toda la ropa. Traigo conmigo en la mochila un pantalón impermeable y otra camisa manga largas, pero no quiero detenerme y de todas manera, sería abrir la mochila debajo de toda esta lluvia y hacer que todo se moje. Solo atinaba a tratar de correr más y más rápido para calentarme algo y mi mente solo quería cambiarse todo lo que tenía puesto. De repente veo una casa, por fin llegué, levanto de nuevo la mirada y la casa no está, hummm, que raro, unos metros más y veo de nuevo otra casa entre los arboles, pero no la misma que vi anteriormente, también desaparece, luego veo unas personas delante de una casa que me animaban, pasa lo mismos. ¡DIOS ESTOY ALUCINANDO!
Después de un rato que entiendo estoy alucinando, me pasa por la cabeza que cuidado si las marcas que veo de la carrera no son reales, y puede ser que esté hace rato perdido. La próxima cinta que veo me le acerco con más miedo que vergüenza para tocarla, el miedo era que no tocara nada. ¡UFF, por suerte la pude tocar!
El asunto es que todavía me estoy congelando y todavía no llego donde quiero llegar y ya oscurece, también el camino cambia de amplio y cómodo a estrecho y un poco técnico y tapado por arboles, que lo hacen más oscuro, pero que con la cantidad de agua que ha caído y está cayendo ya baja agua por el camino y todo es lodo y llega la hora de prender el foco.
Ahora creo que las alucinaciones han cambiado a mareo, porque veo las cosas y como que de repente se ponen un poco más oscuras y vuelvo y las veo y vuelve a ponerse oscuro. ¡ESTO NO PUEDE SER! Una de las peores pesadillas que siempre he tenido es que el foco que llevo se dañe. Es lo que está sucediendo. Oprimo el el botón de encendido y no cambia, se mantiene subiendo y bajando la intensidad de la luz, sigo insistiendo paro no hay cambio. Me digo, mientras siga prendido los reflejos de las cintas se ven y puedo seguir andando, lo que no vuelvo a mirar al suelo y mis pies irán cayendo en todo los hoyos de fango y agua. Pero sigue el miedo dentro de mi de que se apague por completo y me quede a ciegas. Poco más adelante deja de estar intermitente y se queda fijo pero en su menor intensidad. Solo daba para que el reflejo de las cintas se vea un poco, pero al menos eso se ve, y con eso basta. Pero la angustia de que se apague es lo peor. Ya un poco más adelante se puede ver en todo su esplendor el pueblo de Meranges encendido, aunque lejos, pero eso por lo menos hace que se me vaya la ansiedad porque ya sé que desde donde estoy puedo llegar aunque sea sin luz.
Si yo estaba ansioso y nervioso, hoy aquí escribiendo estas líneas, puedo imaginar la angustia de mi hermana y mi cuñado que podían ver por gps por dónde andaba y estaban viviendo las condiciones del clima. Además sabían algo que yo no. Detrás de mi solo venían unas cuatro personas y no muy cerca. Es que de los ciento seis corredores que comenzamos solo terminaríamos unos sesenta y ocho, de esos que venían detrás, tres se saldrían de la carrera al llegar a Meranges. Es decir andaba solo.

Ya por fin voy subiendo a Meranges, esta vez no estoy alucinando, y a lo lejos solo veo una figura que brincaba de alegría y gritaba mi nombre y vino corriendo a mi encuentro, Loli. No sabe ella lo contento que estaba yo de verla, aunque sé que ni mi cara ni mi actitud se lo demostraron en ese momento. Por fin llego al avituallamiento y lo único que pido es mi mochila porque quiero cambiarme de ropa y busco donde hacerlo, también le explico rápido a Loli el problema del foco y le digo que le cambie las pilas y se las ponga al otro que tenía gastado de la primera parte. Todavía me estoy congelando y lo que quiero es salir de esta ropa. Me ofrecen comida y no quiero hasta que no me cambie.
Cuando entro a cambiarme, encuentro a los tres amigos que están haciendo lo mismo y de inmediato me dicen que estaban preocupados por mí que andaba solo en esas condiciones.
Mientras me cambio y por fin ya se me va quitando el frío, le comienzo a explicar a Rafa todo lo que he pasado, él escucha pacientemente y me trae caldo caliente y va preparando lo que quiero comer, al mismo tiempo me va aconsejando de lo que debería yo hacer. Me recomendaba que me fuera con los tres amigos y que nuca nos separáramos. Ellos eran del lugar y conocían los caminos, además eran compañía. Ya solo faltaban unos veintiséis kilómetros a la meta y no había temor de no completarlo por el corte, teníamos horas de sobra, por lo que no importaba que paso pusiéramos.

Ya con toda la ropa nueva, explicándole a Rafa todo lo que pasé.

Aquí fue que los tres amigos ya seríamos los cuatro amigos. Ellos estaban de acuerdo con lo que Rafa decía y hasta esperaron que yo terminara de comer para partir, no nos volveríamos a separar y ya comenzamos a conversar hasta que llegamos a Puigcerdà, el pueblo de la meta, donde los tres viven.
Pero no nos adelantemos al final, porque esto no se ha terminado.

Esta foto la encontré en la página de la carrera y me alegró mucho. Antes de la salida. Los tres amigos son del centro hacia la derecha, Xavier, Iñigo e Israel.


Todavía hay que subir algo más, pero ya no es tan complicado el terreno, además ahora se ven todos los pueblos encendidos debajo. Es diferente sentirse en la civilización que estar en montaña sin compañía ni ver luces. Además ellos me van explicando lo que vamos pasando y viendo. Luego de un par de horas o tres, llegamos al último avituallamiento, ya estamos desesperados por llegar, en mi caso, Iñaqui, uno de los amigos, se queja de que tiene mucho sueño, Israel viene hace un rato con una molestia en una pierna y cojeando, pero ya el final está cerca y en esta mesa nos dan lo mejor de toda la carrera. PIZZA. Estaba más fría que sacada de la nevera, pero a mi me gusta igual y ustedes que me conocen, se pueden imaginar cuanto comí.
Lo bueno, es que ya faltan como once kilómetros a meta, lo malo, es que recorreremos el camino más feo y lúgubre de toda la ruta. Estuvimos en la cima de algo, totalmente oscuros, donde no había arboles, al punto que las cintas que marcaban el camino estaban en el suelo pisadas con piedras, ya que no había donde guindarlas. Además, había una neblina muy espesa. Fue aquí que de verdad agradecí la compañía y vi la importancia y uno de los usos de la luz roja intermitente que nos obligaban a traer en la espalda.
Por fin salimos del camino del terror y es en un pueblo y asfalto, además estamos en Francia. Aquí comenzaríamos a descender por última vez y eso quiere decir que ya el final está cerca.
Terminada la bajada seguimos pasando pueblos franceses, hasta que llegamos a un campo sembrado de trigo, ya en Cataluña de nuevo, desde donde veíamos Puigcerdà claramente mientras andábamos casi en paralelo, lo que hacía ver esa meta como la zanahoria que le ponen a los caballos en los dibujos animados, solo la veo delante pero no veo que se acerca. Bueno, era mi sentir, pueden imaginar que les habla una persona que lleva más de cuarenta horas despierto y ha recorrido todos estos kilómetros y solo quiere llegar.
Ya llegamos al pueblo y el regalo que nos tienen para terminar es subir unos veinte metros que parecen una pared de tierra donde hay que prácticamente clavar los bastones para poder subir, luego de esto subir unos cincuenta escalones. Aquí ya no me estaba cayendo muy bien el señor Eduard Jornet,  ¿por qué busca todo lo más difícil?

Ya sí podemos decir que llegamos y caminamos juntos hasta la meta.



En esta carrera viví muchas cosas de las que hasta el momento solo había leído, imaginado y programado, vinieron todas a conjugarse aquí. Que bueno que fue en esta, porque no me he sentido físicamente mejor en ninguna carrera como me sentí. No puedo dejar de repetir la importancia del trabajo de fortalecimiento físico que debemos hacer en el gimnasio para este tipo de eventos y darle las gracias a la persona que se ha encargado de hacerlo una realidad en mi. Davianty.

Siempre digo que es peor, se pasa más trabajo, más angustia y además aburrimiento, siendo equipo de soporte que el participante. Ellos no se anotaron en la carrera porque quisieron, vienen porque uno se los pide. Nunca es fácil pedirle a alguien que dedique todo ese tiempo a cuidarte. No pude tener dos mejores. Rafa y Loli me animaban solo con yo verles las caras a ellos, porque se veía estaban disfrutando, y no pudieron ayudarme mejor, ni darme mejores consejos cuando ameritaba.
Además, terminada la carrera fue que me di cuenta de la cobertura a larga distancia que dio Loli como toda un corresponsal especializada hacia la República Dominicana,  que mantuvo a mi familia y amigos muy al tanto y tranquilos de cómo iba todo.

JLM